Simón

Será bueno, Simón,
que nunca te mastiques el cuento
de que el “macho” nunca lloró,
y que nunca lo derrotó el miedo,
porque “macho” es al que le dolió
y hoy sigue diciendo: “¡aún puedo!”.

Simón,
promesa de sonrisas,
la felicidad te espera en el sillón,
con mamá, papá y la hermanita,
con las manos en el corazón,
y cocinando las caricias.

Te aconsejo, Simón,
que nunca mires como caminan los de al lado,
en el horizonte está tu sol,
y los que miraron allí solo han llegado,
a la utopía que su corazón
un día le ha regalado.

Nunca, Simón,
esperes que el mundo te regale,
uno solo cosecha lo que plantó,
y después tranquilo toma mate,
bajo la sombra que lo acobijó
con esa brisa que anda por la tarde.

Simón,
que será del mañana,
cuando creamos que el sol
solo ilumina las ventanas
por tener la obligación,
y no por las ganas.

Siempre, Simón,
presta sin preguntar tu mano
a quien necesita un envión,
y nunca esperes algo a cambio,
porque al que no esperó
siempre algo le ha llegado.

Entregate, Simón,
sin miedo a lo que pase,
es mejor curtir el corazón
que temerle al emparche,
siempre es bueno usar la razón,
pero siempre temprano, nunca tarde.

Parate, Simón,
siempre derecho, nunca torcido,
nunca le creas a la televisión:
el hombre es hombre por haber nacido,
y con eso al mundo le bastó
para darte un lugarcito.