viernes, 26 de agosto de 2011

Soy

Soy un puñado de cemento
en esta vereda fría,
al que, quizás, en algún momento
veas fumando porquerías,
soy el regocijo de tu desigualdad,
el silencio de tu realidad,
soy lo que se comió la sociedad,
el cuento aburrido del que ya se sabe el final,
soy el miedo a lo que supones de mí,
la cuerda que amenaza tu cuello hostil,
el verdadero dueño de lo que le sobra a los que tienen,
el verdadero sueño de los que ya no vienen,
soy la vergüenza de tu mentiroso nacionalismo,
el esquema furioso del liberalismo,
soy el resultado exitoso del capitalismo,
el eslabón perdido del maldito consumismo.
Soy la chispa que quemará los sueños
de los que se creen, de todo, ser dueños;
soy el la fotografía intacta aunque pase el tiempo
de lo que ha dejado las malas elecciones de este pueblo,
soy el ecosistema de la ciudad por las noches,
soy el que solo quiere limpiar los vidrios de tu coche,
el empleado del mes de tus reproches,
el espejo vivo del hombre que fuiste entonces.
Soy la utopía estancada de los que lucharon,
la resaca de lo que muchos ya han descartado,
soy el pozo ciego que muchos han mirado
mientras por las noches mis ojos se derritieron llorando.
Soy la mano que pide,
la sangre que tiñe,
las palabras que no finjen,
el pensamiento que no mide,
soy el mundo que has dejado,
la sonrisa que has borrado,
la realidad que has escondido,
el animal que come lo que has desechado,
soy el resultado de tu resta,
soy el número que sobra en tu cuenta,
soy quien no piensa lo que cuesta
ni lo que vale tu malgastada moneda.
Soy el que ve como le comen en la cara,
el que se banca cuando le clavan una estaca en el alma,
soy el que te pide para la nochecita una manta
solo para matar al frío que de a poco te mata.
Soy el cuerpo cansado,
el cuero quemado,
soy el paso errado,
soy el miedo acechando.
Soy el “vago” al que no le darías trabajo,
soy el “subersivo” que te pide estar en blanco,
soy el que te mantiene el autoestima alta,
soy el que justifica tu titulo de amo.
Soy el humo que respiras en la esquina,
el bulto que a las apuradas vas esquivando,
soy la flor que pincha tu dedo con su espina,
soy todo eso que en la sensibilidad te anda faltando.
Soy el “negro” que opaca tu blancura,
soy la enfermedad deambulante que no tiene cura,
soy el miedo al equilibrio de tu estructura,
el sabor amargo de tu disfrazada dulzura.
Soy el que limpia tu barro,
soy el excluído de tu barrio privado,
soy el que ignoras estando a tu lado,
el botón que nadie se anima a pulsarlo.
Soy el vómito de la privada educación,
el cortejo fúnebre de la mencionada liberación,
soy la arritmia del agonizante corazón
que intenta latir parejo, o por lo menos mejor,
de nación que perdió lo poco que había aprendido de todo lo que pasó.
Soy la historia repetida,
la conciencia intranquila,
el ave de rapiña
de los muertos de la esquina.
Soy la plaza amenazada,
soy la piedrita de tu mirada,
el náufrago sin balsa,
soy el grito cuando calla.
no soy le que quisieras que sea,
ni mucho menos los que pensás que soy,
solo soy lo que ha dejado la marea
a la orilla de los que se irán con el sol.

Por: Juan Pablo Habermann

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